Televerio va a cambiar tu vida

La historia de don Televerio y el Profesor es como una historia de amor. Se conocieron, se gustaron y el viejo lo dejó todo por él. Uno, un hombre de campo y que nunca había visto la televisión y, el otro, un Profesor con las ideas claras y con ganas de terminar su estudio sobre la televisión actual. Todo puede ocurrir en sus vidas y Televerio viene dispuesto a enfrentarse a todo...

miércoles, 14 de marzo de 2007

Capítulo 3. Don Televerio, el polígrafo, la manifestación y otras chicas del montón




"¿Qué le parece si hoy le pongo un vídeo y me dice qué le parece?", le comenté a Televerio en nuestro tercer encuentro. "Lo que usted quiera señor profesor", se apresuró a decirme el anciano. Antes de que se arrepintiese, me acerqué al vídeo e introduje la cinta que había preparado durante toda la semana. El título del vídeo era un tanto sugerente, Polígrafo, En Antena y A tu lado. Al ver la pegatina de la cinta me dí cuenta de que me había pasado horas enteras esperando, mando en mano, a que comenzara esa inquietante e interesante sección de investigación periodística. Se trataba del polígrafo, del detector, de la máquina de la verdad. Ese aparato que hace años introdujo en nuestras casas Julián Lago de la mano de Telecinco. Fue entonces cuando recordé con anhelo aquellas noches a la luz de mi televisor acompañado de mis padres escuchando "Lecquio es un metiroooso, un traidorrr". Se trataba por entonces de una joven e inexperta Antonnia Dell´Atte (ex modelo, ex mujer, ex musa de Armani y ex todo) que se presentaba a la opinión pública española para quedarse... "¿Piensa usted ponerme la cinta esa o qué? No es que tenga muchas cosas que hacer, pero le recuerdo que me estoy perdiendo Hormigas blancas y hoy hablan de Norma Duval, y ¡ya no quedan mujeres como esa en este país!", exclamó un cabreado don Televerio. La verdad es que no sabría decir cuánto tiempo estuve pensando en la aquella italiana rodeada de cables, pero rápidamente introduje la cinta y le di al play. No sabía cómo pero aquel anciano adicto a la televisión de calidad me estaba contagiando sus aficciones.

Cuando llevábamos más de una hora viendo aquella recopilación de los mejores momentos del polígrafo, miré a don Televerio. Ensimismado, alucinado, y con los ojos como platos mirando el televisor, el gallego asentía y negaba al mismo momento con su cabeza cada vez que se emitía un juicio sobre el protagonista del detector. "Esto es tan mentira como la muerte de la de Los Serrano o los 2.000.000 que fueron a la manifestación del PP del pasado sábado según la Comunidad de Madrid. Es intolerable que nos mientan de esa manera", dijo Televerio. Tengo que reconocer que me mostré muy sorprendido de que mi viejo amigo no solamente emitiese juicios sobre los programas de corazón o sobre las series de moda de la televisión. Estaba ante el inicio de una nueva faceta de Televerio. En poco tiempo, el anciano era capaz de opinar hasta de política. "¿Estuvo usted en la manifestación o la vió por la tele?, le pregunté. "¡Ay muchacho! Yo ya estoy mayor para darme esa caminata. La vi por la televisión, pero tengo que reconocer que tuve que bajar el sonido de la televisión para no escuchar tanta barbaridad junta. Si le soy sincero, no estoy del todo conforme con la decisión que ha tomado el Presidente y, por otra parte, nos ha costado mucho sufrimiento conseguir el derecho a manifestarnos. Sin embargo, me da mucha pena que se utilice así a la gente, que se les convoque simplemente para luego vomitar su discursito político", añadió don Televerio.

Fascinado por ese comentario, intenté hablar un poco más con él sobre el tema pero, antes de abrir la boca, me asaltó con una nueva pregunta. "¿Y ésto es lo que los niños ven por las tardes cuando llegan de la escuela?", dijo. "La verdad es que tienen otra opción, ver los dibujos de La 2, aunque tengo que decirle que, lamentablemente, es la única alternativa decente que tienen", añadí, "también hay concursos, corazón o programas de actualidad, aunque nada mejor para los niños". "¿Y qué hace el gobierno que no obliga a las cadenas a emitir algo para los chavales?", me preguntó. "Pues la verdad es que existe un horario infantil en el que las televisiones, a priori, no pueden emitir algunas cosas para no dañar ni perjudicar a los pequeños, pero parece que no tienen mucho peso esa ley, porque ya ve usted como hacen lo que quieren". Me hubiera encantado decirle a mi viejo amigo que las leyes en este país estaban para cumplirse y que el gobierno velaba por la consecución de éstas, pero lamentablemente, en este caso, no era así. "Telecinco ha decidido suprimir su polígrafo de su parrilla, pero sin embargo, en su lugar, sigue poniendo una programación no muy adecuada para los niños", le dije. "Esto debería cambiar, ¿dónde vamos a llegar?", me dijo el anciano.


Televerio y yo seguimos hablando un buen rato sobre el tema y llegamos a la conclusión de que poco podíamos hacer por cambiarlo. Fue entonces cuando el anciano, cansado de luchar por una batalla perdida se levanto y me dijo: "¿hasta cuando vamos a aguantar esta situación? Yo, por mi parte, no pienso volver a ver nunca más este tipo de programas. Se trata de nuestro futuro, de nuestros hijos y nietos. Deberíamos protegerles, ¿no cree?". Y qué razón tenía el anciano...

Más información:






1 comentario:

Almudena dijo...

Hola!!! Me encantan las hsitorias de Don Televerio...

Un beso guapetón!!

Almudena.

P.D: te añado a mi lista deblogs favoritos.